(...) era que yo sabía que se acercaba el tiempo en que debería renunciar a mis juegos y eso me parecía intolerable. Entonces resolví seguir jugando en secreto. Y no es que a uno le moleste crecer. De paso, crecer no es una actividad relacionada con el tiempo, sino con el espacio. Ser grande no es ser viejo, ¡es otra cosa muchachos! Pero siempre he tenido la sorpresa de que el orden establecido y sus secuaces manifiestos o encubiertos se interesan muchísimo en que uno abandone la niñez para que deje de jugar. Digo, para que uno abandone esa gravedad de los chicos que juegan.. esa solemnidad.. Quiero decir que los chicos que juegan, no juegan por dinero, ni por obligación. Juegan porque les gusta. Y juegan al juego que les gusta y con la gente que les gusta y sino, no juegan. No juegan por codicia y además lo hacen seriamente, sin ese cinismo que viene después con aquello que suele llamarse madurez. Yo creo que de ahí quieren sacarnos para convertirnos en personas resignadas a nuestra suerte, por mediocre que sea esta suerte. Finalmente hay gentes vulgares que desprecian a los que siguen jugando, a los que siguen soñando, a los que siguen engrandeciéndose, no creciendo.. Mejor dicho: sí creciendo, no envejeciendo. Quieren que no seamos esa gente que se arriesga en cada cruce, esa gente que juega fuerte como si cada baraja fuera la última
22/12/09
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